Crítica de ‘Muerte de un Unicornio’ – Paul Rudd y Jenna Ortega lideran una peculiar historia de criaturas con toques de humor.
🦄🎥 Nada de esto funcionaría sin el impresionante diseño de las criaturas que desfilan en pantalla. En ese aspecto, Muerte de un Unicornio destaca con brillantez. Los unicornios depredadores, de pelaje enmarañado, cobran vida principalmente mediante CGI (algo que Larry Fong integra en cada plano con maestría), aunque también hay un uso notable de animatrónica. Estas bestias resultan tan sobrenaturales como físicamente intimidantes. Una vez que el público acepta a estos monstruos, la rareza de sus poderes mágicos se entrelaza con naturalidad en la trama. Menos mal, porque si no llegáramos a ver a Will Poulter esnifando polvo de cuerno de unicornio y sumergiéndose en un viaje psicodélico, sería una verdadera pérdida.
Will Poulter, vestido con un suéter negro de cuello alto y pantalones cortos blancos, empuña una ballesta mientras intenta esconderse, de forma hilarante, de un unicornio asesino en esta comedia de terror producida por A24.
Además, Muerte de un Unicornio tiene un corazón sorprendente. La distancia emocional entre los personajes de Paul Rudd y Jenna Ortega, padre e hija desconectados, sirve como trampolín para unirlos a través de una experiencia sobrenatural. El guion de Alex Scharfman recurre a una fórmula clásica al estilo Amblin, donde los aterradores unicornios allanan el camino para que Elliot y Ridley reparen su relación fracturada. Nunca se siente forzado o repetitivo. De hecho, hay momentos en el tercer acto que logran emocionar. A pesar de un inicio irregular, la película encuentra su magia cinematográfica hacia el final. Quizás no iguale el impacto de La Leyenda de Ochi (próximo estreno de A24), pero sin duda deja huella.
Muerte de un Unicornio no reinventa la rueda. El humor a veces tropieza, la trama de «devora a los ricos» está algo gastada, y aun así, es una película que se deja querer. El director y guionista Alex Scharfman teje una mezcla peculiar de drama familiar y cine de monstruos que funciona mejor cuando evita sobreanalizar su propio absurdo. Ya sea que conecte o no con el público, logra su objetivo: ofrecer una aventura de género única, con emociones genuinas y un elenco destacable en su mayoría. Además, despierta curiosidad por ver qué hará Scharfman en el futuro.
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